Desde Bogotá Colombia Renovación de la Consagración del Mundo a la Divina Misericordia
La renovación se llevó a cabo el domingo 17 de agosto en el contexto del Tercer Congreso Apostólico Mundial de la Misericordia, cuando se cumplían doce años de la consagración que hizo San Juan Pablo II el 17 de agosto de 2002 desde Cracovia.
La Consagración se realizó durante la Eucaristía presidida por el Cardenal Francisco Javier Errázuris de Chile, delegado por el Papa Francisco para el Tercer Congreso Apostólico Mundial de la Misericordia en Bogotá, quien exhortó a todos los presentes a no olvidar nunca la magnitud de la misericordia de Dios, a colocar la vida en el mar inagotable de Su misericordia, sabiendo que para Dios nada es imposible y sabiendo que Él, siempre nos escucha y nos espera como al Hijo Pródigo.
Durante su homilía el Cardenal Chileno invitó a los peregrinos y a los colombianos a aprender de la confianza de la madre Cananea, de la confianza de los santos que nos precedieron en el camino al cielo y especialmente de la Santísima Virgen que hoy también quiere presentarle nuestras necesidades a Jesús como lo hizo en las bodas de Caná.
En el ofertorio el purpurado Chileno pidió que ofreciéramos en esta Eucaristía con el pan y el vino, nuestra propia vida, nuestros corazones, nuestras palabras, y nuestras acciones para que Dios nos de la gracia de confiar siempre en su misericordia, de reflejarla y de ser discípulos, testigos y misioneros de la Misericordia Divina. Finalizando su homilía dijo: "Seamos misericordiosos y obtendremos misericordia".
Al terminar la celebración Eucarística el Señor Cardenal, realizó junto a los demás cardenales, obispos y presbíteros la renovación del mundo a la Divina Misericordia con la misma oración que San Juan Pablo II hizo, de quien dijo: "Ya está en la presencia de Dios y sin duda renueva esta consagración hoy con nosotros":
Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia, para que en ti, Dios uno y trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
Por: Neila Marin C.S.