DE CORAZON A CORAZON: Nuestro encuentro de perdón y sanación interior

Cada año nuestra Comunidad ofrece un espacio de reflexión y oración centrado en la experiencia
del perdón. Del Corazón de Jesús traspasado por la lanza, fluye el torrente de la sangre y el agua
para limpiar nuestro corazón herido por las realidades difíciles de la vida; la llaga del Divino
Corazón, se une a nuestras heridas y las sana, las transforma; así, puestos ante el Señor
experimentamos de manera personal el cumplimiento de la profecía de Isaías: “Él soportó el
castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados”. (Isaías 53,5).
Cada uno llevamos en nuestro interior la huella de aquellos momento s difíciles que hemos tenido
que afrontar, a veces por causa de otros que nos han hecho sufrir física o psicológicamente y en
otras ocasiones a consecuencia de nuestras mismas equivocaciones. Independiente de la causa,
estos recuerdos dolorosos pesan fuertemente y pueden llegar a convertirse en raíz amarga que
hace difícil nuestra existencia. Esto se puede manifestar con ansiedad, angustia, tristeza profunda,
mal genio y en otras ocasiones es tan fuerte que se va somatizando y comienza a afectar también
nuestro cuerpo.
La sanación Interior es un proceso mediante el cual experimentando de manera real el amor misericordioso del Padre, apelando a los infinitos méritos de la dolorosa Pasión de Jesús y sumergidos en ese torrente de Gracia que es el Espíritu Santo, mediante intensos momentos de oración, nuestra vida va siendo tocada y las realidades dolorosas se van transformando. No se trata de olvidar el mal que me hicieron, se trata de recordarlo sin dolor, sin que me amargue la existencia. Para llegar a esto es indispensable perdonar. El rencor es como un óxido que corroe el interior de nuestro ser; no en vano rencor viene de “rancer”, nuestro corazón se rancia cuando nos negamos a perdonar. Desde luego que se necesita mucha humildad para perdonar, es necesario contemplar al Crucificado orando por sus verdugos: “Padre, perdónales: No saben lo que hacen”. Perdón y justificación. Quien te hirió no sabía lo que hacía, también debe tener heridas profundas y aquel que sufre en su interior, hace sufrir a los demás. Hay que romper esa cadena de dolor en las familias y en la sociedad. El mal se acaba con el bien. Hemos escuchado muchas veces que el límite al mal es una actitud de misericordia y compasión. No es fácil, pero Dios con su amor lo hace posible. Jesús es ese Buen Samaritano que derrama sobre nuestras heridas el aceite y el vino del consuelo.
Nuestros Obispos de América reunidos en Aparecida Brasil, al reflexionar sobre la necesidad de una formación integral y permanente para los discípulos misioneros, expresaron: “La Dimensión Humana y Comunitaria. Tiende a acompañar procesos de formación que lleven a asumir la propia historia y a sanarla, en orden a volverse capaces de vivir como cristianos en un mundo plural, con equilibrio, fortaleza, serenidad y libertad interior. Se trata de desarrollar personalidades que maduren en el contacto con la realidad y abiertas al Misterio.”
En cada una de nuestras Sedes se celebra este encuentro DE CORAZON A CORAZON, cada año entre los meses de julio y agosto; te invitamos para que te pongas en contacto con nosotros y puedas regalarte esta alegre experiencia de encuentro con el amor del Padre, más aún en este Año Santo de la Misericordia, cuando Jesús nos recuerda que como Ungido y Enviado del Padre, ha venido a sanar las heridas de nuestro corazón, a consolar nuestras tristezas, a romper las cadenas que no nos dejan ser libres y a proclamar el Año de Gracia del Señor. (Cfr. Lucas 4). No esperes más. Acércate a nuestra Comunidad y permite que te acompañemos con nuestro servicio de ESCUCHA Y ORACIÓN.
El perdón es ante todo un regalo para ti, porque te permite experimentar una gran paz. Jesús mismo nos enseñó a orar por quienes nos hacen mal, bendecir siempre y hacer el bien a todos.