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Septiembre mes de la Biblia

Septiembre mes de la Biblia
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Este mes la Iglesia Católica celebra el mes de la Biblia porque el 30 de septiembre se recuerda a San Jerónimo que dedicó su vida al estudio y a la traducción de la Biblia al latín, la comentó en sus obras, y sobre todo se comprometió a vivirla concretamente en su larga existencia terrena.
San Jerónimo nos enseña a amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura. Dice san Jerónimo: "Ignorar las escrituras es ignorar a Cristo". Por ello es importante que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la Palabra de Dios, que se nos entrega en la Sagrada Escritura.
Durante los últimos años los Papas nos han exhortado no olvidar nunca que la Palabra de Dios trasciende los tiempos. Las opiniones humanas vienes y se van. La Palabra de Dios, es Palabra de vida eterna, lo que vale para siempre. Al llevar en nosotros la Palabra de Dios, llevamos por tanto en nosotros la vida eterna.
A comienzos de este año el Papa Francisco recomendaba a las nuevas generaciones que pueden leer la Biblia a través de celulares o tablets, gracias a las nuevas tecnologías: "hoy se puede leer el Evangelio con muchos instrumentos tecnológicos". "Se puede llevar la Biblia con uno mismo en un teléfono móvil, una tableta. Lo importante es leer la Palabra de Dios, con todos los medios, pero leer la Palabra de Dios"
En Septiembre del 2005 durante el discurso que dirigió en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo a los de 400 participantes en el congreso internacional «La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia», El Papa Emérito Benedicto XVI les recordó a todos, que La Iglesia no vive de sí misma sino del Evangelio y encuentra siempre y de nuevo su orientación en él para su camino. Es algo que tiene que tener en cuenta cada cristiano y aplicarse a sí mismo: sólo quien escucha la Palabra puede convertirse después en su anunciador. No debe enseñar su propia sabiduría, sino la sabiduría de Dios, que con frecuencia parece necedad a los ojos del mundo (Cf. 1 Corintios 1, 23).
iniciando este mes queremos dejarles una de las enseñanza del Papa Emérito Benedicto XVI publicada por Mons. Florencio Armando Colín de la Vicaria de la Arquidiócesis de México en la que el Pontifice nos enseña lo que significa, para él, la Palabra de Dios y cómo hay que adentrase en el océano de las Escrituras. Aquí encontramos alguna de sus respuestas:
• En primer lugar, es preciso leer la Biblia no como un libro histórico o literario cualquiera, por importantes, hermosos o relevantes que sean sus contenidos y su autor. La Biblia hay que leerla como Palabra de Dios, es decir, entablando una conversación con Dios, que me habla y me llama a través de su Palabra. Hay que llamar a esta puerta, como afirmaba San Agustín, "he llamado a la puerta de la Palabra para encontrar finalmente lo que el Señor me quiere decir", con alma orante, con espíritu humilde, con disposición del corazón, con apertura de la mente.
• En segundo lugar, la Sagrada Escritura nos introduce en la comunión con la familia de Dios. Por ello, no se puede leer a ráfagas y a ventoleras. No basta con una lectura individual, menos aún con una búsqueda y sensibilidad fundamentalista. Hay que dejarse ayudar por los grandes maestros de la Palabra de Dios que tienen experiencia de la fe, que han penetrado en el sentido de la Sagrada Escritura, y por
los miembros de nuestras propias comunidades. Por supuesto, que es precisa una lectura personal de la Biblia. Pero lectura personal no significa hacerlo fuera de la comunión de la Iglesia.
• La comunión eclesial es la tercera clave para una lectura y una vivencia fecundas de la Palabra de Dios. La Sagrada Escritura tiene dos sujetos: el sujeto divino —Dios que habla y quiere implicar al hombre en su Palabra— y un sujeto permanente que es su Pueblo, su Iglesia y que nos muestra y nos reparte esta Palabra de salvación a través de la Liturgia y del Magisterio. Dios nos habla personalmente con su Palabra y lo hace a través de su Iglesia.
Dejemos que este mes la Palabra de Dios nos instruya y comprometa en la tarea evangelizadora y que sea la fuerza de esta Bendita Palabra la que motive nuestro caminar cristiano.
 
Por: Neila Marin C.S.