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Tú no estás solo, Jesús está contigo y tu familia

Tú no estás solo, Jesús está contigo y tu familia

Hay realidades difíciles por las que pasan las familias, hay papás solos, mamás solas y lo que es duro, hijos solos afrontando la vida. Lo doloroso es que tanto hombres como mujeres aún cristianos católicos han llegado a creer y decidir que es normal que esté pasando y que así sea, porque no se le da el valor al matrimonio de tal forma que lo asumamos como uno de los siete sacramentos de la iglesia católica lo que implica teológicamente que fue instituido por Dios y elevado a “Sacramento” por Cristo y es un signo visible de la gracia. Desconocer este principio nos lleva a no asumir con responsabilidad el compromiso que se adquiere en el sacramento del matrimonio y terminamos por creer que si no funciona se desecha y se acabó el problema. 

Esta situación expuesta pone en riesgo la salud mental y emocional de los hijos, porque tienen que enfrentar el mundo sintiéndose diferentes y hasta extraños, así la sociedad entre en la aceptación de tal situación, ellos mismos evidencian sus propias necesidades no satisfechas por la ausencia en la crianza de alguno de los dos padres. Hay jóvenes y niños criados en medio del divorcio, de la infidelidad, de separaciones etc. Hay hombres y mujeres criando y luchando por sacar sus hijos adelante y están solos.

¿Qué pasa cuando los hijos no tienen una familia integral si podemos usar este término? se paran ante la vida sintiéndose diferentes a los que si la tienen y sienten que no encajan, comienzan a mentir inventando la familia ideal o la que querrían tener; por ejemplo cuando están en la escuela llega la hora de salir y dicen: mi papá ya viene por mí, es que está recogiendo a mis hermanitos, cuando ni siquiera conoce a su papá, ¡no se crío con su papá! Desde niños idealizamos la familia, las niñas jugamos a cocinar con vajillas de plástico, atendiendo a un esposo imaginario, con comida invisible y las muñecas son nuestras hijas, soñamos con una familia ideal, los hombres se demoran en tener estos sueños, pero sueñan con ser grandes, tener su automóvil y una esposa o una novia a quien llevar en el auto. Todos idealizamos la familia, todos soñamos con una.

Hay mujeres como leonas defendiendo los derechos de sus hijos, porque al señor marido se le ocurrió irse con otra mujer abandonando el hogar, negándole el derecho a sus propios hijos, no solo a tener a su padre al lado, sino también a recibir lo que por derecho les corresponde y tienen que pelearlo y así crecen los hijos, en medio de estos conflictos, en medio de reclamos y contradicciones, terminan creyendo que en la vida no van a merecer nada porque su propio papá les ha demostrado que no son importantes ni siquiera por ser sus hijos.

Tenemos que entender que Dios quiere transformarlo todo en bendición, que no estas solo, que Jesús está contigo y con tu familia, que eres lo que Dios dice que eres, no eres hijo de separado, ni de divorciado, ni de infieles, eres hijo del Rey de Reyes, sacerdocio real, linaje escogido, pueblo adquirido por Dios. En la Palabra uno encuentra historias de hijos que nacieron y vivieron en desventaja, un José, un David, hombres usados por Dios para grandes cosas, esa es materia prima para que Dios los use. Hay padres y madres que se las arreglan para que sus hijos no sientan la pobreza o las limitaciones en las que les toca vivir, superan las desventajas de la vida con la unción que Dios les da para salir adelante, aplaudo a estos padres porque se la juegan toda, por sus hijos, mientras otros terminan botándolos en basureros o abortándolos.

Como padres criando solos, tenemos la responsabilidad de saber que estamos educando hijos en medio de la dificultad, que serán guerreros, luchadores desde que nacieron y que Dios tiene un plan especial para ellos. No son un accidente, en sus genes llevan un propósito de Dios, razón por la cual los llamo a la vida. Como padres quisiéramos que nuestros hijos no sufran pero nuestra responsabilidad es entrenarlos para la vida y para que sean hombres de bien, sembrándoles la semilla de la fe para que en algún momento germine. Como hijo criado sin padre o madre, si hoy tienes este manual del misionero en las manos es porque Dios quiere que te hagas fuerte con su Palabra, que te prepares para la vida, en las circunstancias en las que te encuentres. No estás solo, Jesús está contigo y con tu familia.


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