Vivimos nuestro Bautismo iluminados por el mensaje de la Misericordia dado a Santa Faustina Kowalska, como forma concreta de Encarnar el Evangelio. El primado de la pequeña comunidad y la familia como Lugares de Salvación, nos permite redescubrir nuestra condición de hijos de Dios, arraigados en la Palabra, alimentados por la Oración, la Vida Sacramental, la Fraternidad y la Sanación Interior; que nos lleva a asumir y sanar la propia historia, abriéndonos al misterio del otro para ser alimento, eucaristía para la Iglesia y el mundo, a ejemplo de la Santísima Virgen María discípula de Cristo.