El Delegado Arzobispal de los Movimientos Apostólicos de Barranquilla, visitó la sede de la Casa de la Misericordia en Bogotá.

El Padre Leonardo Rodríguez, quien está acompañando el proceso de la Casa de la Misericordia en Barranquilla como Delegado Arzobispal de los movimientos apostólicos de la capital del Atlántico, estuvo de visita en la ciudad Bogotá, y aprovechó para compartir con las comunidades de la sede "Cristo Te Sana".
Durante su visita nos contó sobre la labor que realiza en la parroquia San Judas Tadeo, ubicada en Siape, cerca donde desemboca el río Magdalena, en la zona industrial de la ciudad, con una problemática juvenil, que lo ha puesto en el desafío de impregnar la misericordia de Dios, en medio de estas realidades.
Allí, ha empezado una labor de evangelización con estos jóvenes, y la colaboración de algunos movimientos de laicos de la Arquidiócesis. En el encuentro con la comunidad, manifestó su deseo de impulsar esta espiritualidad de la misericordia, con el apoyo de la Casa de la Misericordia, siguiendo la línea trazada por el Papa Francisco, de salir a las periferias: "Hay que salir a esas periferias existenciales, y yo creo que ese trabajo nos toca a todos. A ustedes también. De modo muy especial desacomodarse es complicado, pero vale la pena. Cuando uno tiene la oportunidad de desacomodarse, de hacer pastoral de misericordia, de llegar y salvar; todos los días.
Hay que hacer un trabajo desafiante, porque uno va viendo la misericordia de Dios en todas las etapas de la vida y uno va entendiendo, que no se puede quedar quieto frente a lo que sucede. Cuando uno es consciente de la misericordia, cuando uno es consciente de esa realidad que santa Faustina nos ha comentado, y de toda esa enseñanza de la misericordia, uno se mueve, se conmueve. Es lo que hace la Virgen en las bodas de Cana cuando le dice a Jesús: Mira Señor no tienen vino, estos hijos no tienen amor, ni misericordia en su vida, llénales el vaso, llénales de tu amor y de tu misericordia".
Durante su estadía que fue de gran bendición compartimos el encuentro orante con la Palabra, un momento de adoración eucarística y la Santa Eucaristía.